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| Después de 49 días, un pequeño respiro de libertad |
El catorce de marzo de dos mil veinte, se declara el estado de emergencia sanitaria por la irrupción de un coronavirus el COVID19, esto supone una limitación de nuestra vida privada y nuestras relaciones sociales, primero cerrando colegios y centros de enseñanza, limitando empresas y los desplazamientos, los cuales quedan restringidos a la adquisición de alimentos en supermercados y tiendas de alimentación, y a la de medicación y cuidados sanitarios en farmacias. Este punto se agrava la segunda semana, cerrando toda actividad que no sea de primera necesidad, llevando a la ya deprimida economía a un colapso sin remedio.
Esta situación se alarga durante cuarenta y tres días, día 26 de Abril, que es el momento en el que el Estado, decide que los niños pueden volver a salir, como máximo una hora, acompañados de un adulto y sin un contacto social normal. La situación seminormalizada comienza el 2 de mayo, con el permiso de hacer deporte y salir ha hacer paseos, en horarios restringidos y con distancias, en el caso de los paseos, también restringidas. Aquí, en este momento es donde comienza mi foto historia, fotografías tomadas en modo automático, puesto que por mi misma limitación de movimiento, solo puedo tomarlas con una mano, ya que mi compañero de fatigas el bastón, ocupa la otra, y en esta situación, donde la movilidad de y el distanciamiento social, sería un poco irresponsable, tomarte cuatro o cinco minutos para ajustar luces y tomar un encuadre perfecto para una fotografía. Veréis que cada serie de fotografías están con un título, el cual describe el día del desconfinamiento en la que han sido tomadas y la percepción del ambiente de ese instante. También podréis observar, que están tomadas, al menos en un principio en blanco y negro y con una exposición más bien oscura, porque es la mejor forma de recrear la incerteza que esta nueva situación conlleva.
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