Hoy, como ya habréis leído en capítulo anterior, no he podido salir dar ese paseo que me hace dar una vista gráfica de lo que están siendo estas fases del desconfinamiento. Pero tanto el tiempo, como el sarcasmo beneficioso de mi mujer, me han hecho montar el trípode en mi ventana y hacer estas tres fotos de la evolución de una hora azul, desde prácticamente su principio, hasta que casi ya se desvanece del todo el color azul del cielo para dar su entrada a la negra oscuridad.
Espero que os gusten y que no me tengáis en cuenta que de las cuatro prometidas haya publicado tan solo tres, a veces, sacrificar una foto porque no te acaba de convencer su calidad lumínica, es lo mejor.
Nos vemos mañana con la decimocuarta entrega.



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